Desde el reflejo de la ventana del vagón del subte, me sorprendí sonriendo al chiquito que desafinaba un tango por unas improbables monedas de gratitud. Nunca creí que volvería a sonreír. Mucho menos, tan poco tiempo después de tu ida. Al esfumarse mi reflejo, en un desvanecimiento fugaz de vías paralelas, caí en la cuenta de la imposibilidad de toda sonrisa futura. Supe que atravesar la noche de tu despedida me arrebató por siempre esa sonrisa espontánea, que estalla imprevista como un estornudo, acto reflejo y visceral, estremecimiento intuitivo, como una celebración de estar vivo.
Finalmente comprendí que, tras tu muerte, sólo me quedaban meros simulacros de la felicidad.
2 comentarios:
Me encantó
Muchas gracias, Ciclotímica. Por visitar la página y por dejar el comentario.
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